La importancia de la fijación de precios para las empresas en la obtención de sus beneficios monetarios

La fijación de precios es el proceso de determinar el coste de un producto o servicio, o la cantidad que se paga por adquirir un producto o servicio. El precio suele expresarse como la cantidad de dinero que paga un cliente por adquirir un bien o servicio, pero también puede expresarse como una indicación de la cantidad de un bien o servicio a la que hay que renunciar para comprar otra cosa.

Los precios son fundamentales para el estudio de la economía, especialmente la microeconomía y la ciencia cuantitativa del comportamiento. En economía, los precios suelen venir determinados por la oferta y la demanda. La palabra «precio» deriva del latín «pretium», que significa «valor»

El precio de un bien o servicio viene determinado tanto por sus costes como por su demanda en relación con esos costes, dando así cabida a todos los intereses en la distribución de la renta y la riqueza.»

Pero no solo juega un factor importante en las empresas sino en la economía

Hay dos razones principales por las que el precio de un producto es tan importante. En primer lugar, es el método por el que consumidores y productores se comunican entre sí. En segundo lugar, es el método por el que los productores reciben señales de los consumidores sobre qué bienes deben producirse.

El precio de un bien o servicio viene determinado por la oferta y la demanda:

Si la oferta de un bien o servicio es abundante, su precio bajará porque la gente comprará más (aumentando así la demanda).

Si hay escasez de oferta, su precio subirá porque la gente tendrá que pagar más para conseguirlo (por tanto, disminuirá la demanda).

La importancia de la fijación de precios para regular la oferta y la demanda es quizá el principio más fundamental de la economía. Si se reduce el precio de un bien, más gente querrá comprarlo; si se aumenta el precio, menos gente querrá comprarlo.

Se trata de una relación importante que los economistas llevan siglos estudiando. De hecho, es una de las primeras cosas sobre las que escribió Adam Smith en su obra fundamental La riqueza de las naciones (1776).